Va a ser la primera vez que me dirija a los lectores en este blog como
Manel, y no como un personaje ficticio.
Quisiera explicar, sin extenderme mucho, las sensaciones que tuve durante
aquel día tan especial para mí.
La verdad es que estaba muy nervioso, bueno, en realidad estaba cagado de
miedo.
El día comenzó de forma fulgurante. Era la diada de Sant Jordi y necesitaba
urgentemente una rosa para regalar. Me pateé toda Badia en busca de la rosa
adecuada. Muchos tenderetes y paraditas llenas de rosas inundaban la ciudad. A
decir verdad, me parecieron bastante pobres y la calidad dejaba mucho que
desear. ¡OJO! NO TODAS. Pero sí la mayoría.
Necesitaba una rosa blanca. ¿El por qué? Ni idea, tan solo sé que la quería así.
Pues ni una sola paradita, repito, ni una sola, tenía ese color. También es
cierto que pasé a las 12 del mediodía...
Visto que era bastante jodido encontrar lo que buscaba, tuve que irme al
exilio, es decir, a Barberà.
Tras mucho regatear y visitar tenderetes al final compré una rosa...
multicolor. Sí, sé que buscaba una blanca pero es lo que hay. ¿Qué si había
rosas blancas en Barberà? Sí. Pero me quedé una multicolor. ¿Por qué? ¡Yo que
sé! La vi allí, dentro de un cubo azul, encima de la senyera. Una senyera por
cierto, un poco descolorida, y me gustó.
Cuando llegué a casa comí algo y me puse a ensayar el discurso, cada vez estaba
más nervioso.
A las 4 de la tarde me fui a Sabadell. Tenía que hacer la entrevista con Radio
Sabadell. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me la hacían en la plaza del
ayuntamiento, en una carpa a dos metros de altura.
¡Qué vergüenza! La gente que pasaba por la plaza me miraban y reían cuando me
escuchaban hablar por los altavoces.
Estaba de los nervios y no sabía como ponerme unos míseros cascos. Las manos me
temblaban y me tenía que acercar al micrófono rojo, porque según me dijo Manolo
Garrido, presentador de Radio Sabadell, si no, no se me escucharía.
Inexplicablemente cuando empezó la entrevista me calmé. Y pudimos charlar
amigablemente de la novela durante unos diez minutos. Después, al bajar de la
tarima, sentí una inesperada felicidad. Había dado la primera entrevista en
directo, ante mucha gente. Personas que estaban tanto en la plaza como en sus
casas o en coches. Había sido un éxito, y era el primero del día.
Me monté raudo y veloz en el coche camino a Badia. Allí me esperaban para
montar la paradita para la venta y firma de libros. Una paradita que
gustosamente cedieron los miembros de AEB, que aprovecho la oportunidad, otra
vez, para agradecer toda su generosidad.
Una vez allí, mi pareja, que había escuchado toda la entrevista por radio,
estaba junto con mis padres y amigos dándome la bienvenida.
Después de charlar amigablemente y colocar estéticamente los libros, empezó una
infernal ráfaga de viento que duraría toda la tarde.
Durante aquel rato vinieron amigos a saludarme, otros a comprar libros que
gustosamente dediqué.
Curiosos que se acercaban a ver qué ocurría en aquel tumulto de gente que
saludaban afectivamente a un chico que decían que era un escritor local.
Escritor... qué bien suena.
La tarde fue muy productiva. Hacía tiempo que no veía a dichos amigos y me
alegré muchísimo. Al igual que vendí más de los esperados y a personas que no
conocía de nada.
Uno de los miembros de AEB me preguntó si quería leer una pequeña parte de la
novela en público, ya que ellos aprovecharían para leer poesías y relatos. No
dudé ni un segundo ¡Claro que sí! Tras varios segundos de timidez delante del
micrófono, empecé a leer sin problemas…
Después de leer una pequeña parte, debía recoger mis cosas y salir corriendo. Eran
las 7 de la tarde y la presentación empezaba con retraso.
La presentación… he ahí el día esperado. El día más importante, aparte de la
firma con la editorial, desde que El
Legendario vio la luz.
Los nervios hacían mella, aún más. Ahora podría ver si la mañana y el día
anterior practicando en casa, con la cámara de video grabándome, daban sus
frutos.
Los invitados llegaban a cuentagotas, pocos pero fieles. Eché en falta a mucha
gente, unos que dijeron que vendrían, otros que no podían venir por asuntos
laborales y otros que no estaban en España. Una pena, ya que personas importantes
para mí y para la novela, no pudieron asistir. Personas que me ayudaron a dar
vida al personaje que hoy en día podéis encontrar en el libro. Amigos que han
estado siempre apoyándome en el día a día, personas muy queridas, no estaban en
aquella fría sala.
Pero aquello ya daba igual, no dejé que la melancolía viniera a mí, debía
empezar la presentación, debía pensar tan solo en mí.
Los nervios brotaron de repente. El regidor de cultura me había presentado, ya
no podía dar marcha atrás, la puerta de la sala estaba cerrada. No me hubieran
dejado escapar.
Empecé titubeando agradeciendo la presentación al regidor de cultura… y con los
nervios no sabía ni como se llamaba, ni qué cargo ocupaba. ¡Empezamos bien! Pensé
para mis adentros. Después solté un par de bromas que tenía apuntadas, y como
la gente se rió, me calmé. De ahí hasta el final los nervios cesaron, hasta que
me sentí muy cómodo.
Cuando acabé y escuché los sonoros aplausos de aquellas personas, que habían
venido a verme, me alegré. Esta radiante y quería compartirlo con todo el
mundo.
Fue una experiencia única, una experiencia que me gustaría experimentar más
veces.
Un saludo a tod@s y gracias por leerme.
Manel Barragán.
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