"Si no lo crees
no lo entenderás"
-San Agustín-


domingo, 21 de marzo de 2010

Breve presentación

Antes de empezar a narrar esta historia quiero hacerte una pregunta que tiene mucho que ver con el texto que leerás.
¿Qué es la eternidad? Una pregunta difícil de responder ¿no crees?
Cierto es que la eternidad es vivir para siempre, sin embargo como mortal jamás podrás comprobarlo. Me llamo Sony Wolf y soy un vampiro.
Debo explicar que Sony no es mi verdadero nombre, sino un apodo que me pusieron años atrás, desde entonces me acompaña allí donde voy. En realidad me llamo John, aunque ya nadie me llama así.
Mi naturaleza no ha sido siempre esta, ya que una vez fui mortal como tú. Sin embargo estaba destinado a realizar grandes cosas, o al menos es lo que quiero pensar.
No tengo capa, ni me repugna el ajo. No puedo convertirme en murciélago aunque algunos de mi estirpe si pueden. Me encanta mirar crucifijos y ver mi reflejo en los espejos, puedo asegurarte querido lector, que casi todo lo que has escuchado o leído sobre nosotros es falso.
Tenía veintiocho años cuando ocurrió. Era un chico normal, de figura esbelta y atractivo, nunca me faltaron pretendientes. Ahora gracias a la sangre vampírica, o como yo la llamo, la Deactum, soy mucho más hermoso. Al contrario de lo que habéis podido leer en algunos libros de ficción, no todos tenemos el rostro de Ángeles. Los vampiros somos como éramos antes del abrazo, sin embargo esa palidez nos hace más bellos, al menos desde mi punto de vista.
No soy el único chupasangre que hay en el mundo, ya que como comprobaréis en este relato existimos bastantes, sin embargo no conozco muchos, o al menos no muchos que aún vivan.
Tal vez se deba a que no soportamos la presencia de otro condenado a nuestro alrededor. O tan solo nos sentimos incómodos con alguien tan parecido a nosotros mismos, no lo sé.
Con esto no quiero decir que no puedas coincidir con tres o cuatro en un bar, o caminando por la calle, lo que pretendo explicar, es que por alguna razón no duramos mucho tiempo con alguien tan parecido a nosotros. Pero todos necesitamos a alguien de vez en cuando ¿no crees?
Sea como sea, vagamos por el mundo a nuestro antojo, viendo como mueren aquellos que amamos. Observando como cambia todo a nuestro alrededor, mientras continuamos impasibles por los siglos de los siglos…
Seguimos tal y como éramos el día que nos crearon, como si para nosotros se hubiera detenido el tiempo, mientras el mundo sigue girando a nuestro alrededor. Continuamos igual, salvo en una característica, con el paso de los años nos volvemos más pálidos, y al mismo tiempo más poderosos.
No he vivido apenas si lo comparamos con otros vampiros, aunque te aseguro que he tenido más experiencias en mi corta existencia, que esos ancianos en siglos.
Soy natural de Chicago, la “Ciudad del Viento”, aunque no tengo patria ni bandera, ya que aún no he encontrado ese lugar donde pueda plantar raíces. Bueno, sería absurdo pensar en comprar una casa, amueblarla y hacer vida como si fuera un vulgar mortal, se me escapa una carcajada con solo pensarlo.
Cuando digo plantar raíces quiero decir que aún no he encontrado ese lugar en el mundo que sea de mi agrado, así que podríamos decir que tengo todo el mundo para mí. O por decirlo de otra manera, mi hogar es el mundo.
París, Londres, Roma, El Cairo… tantas y tantas ciudades he visitado en apenas cincuenta años, todas diferentes, todas especiales. Pero siento una maravillosa sensación cada vez que aterrizo en el aeropuerto internacional O´Hare aquí en Chicago, no se si será por su clima agradable y variado, o por que es la ciudad que me vio nacer, pero lo que si sé es que no podría pasar sin ella. He visitado increíbles metrópolis europeas, me han cautivado sus monumentos, sus gentes, y sus costumbres, pero nada me llena tanto como mi amado Chicago.
Si no has tenido la suerte de visitarlo, te aconsejo que lo hagas, tal vez tengas suerte y acabes siendo mi alimento, el alimento de Sony Wolf.
Este libro no son mis memorias ni nada por el estilo. Tampoco pretendo exponerme al mundo y mostrar lo que soy. Sencillamente me parece divertido escribir esto y ver que nadie lo toma en serio, puesto que lo más probable es que acabe perdido en la sección de ciencia ficción de alguna librería, junto a la saga de Crónicas Vampíricas de la fantasiosa Anne Rice y Drácula del genial Bram Stoker. Los mortales no diferenciáis una verdad aunque la tengáis delante.
Somos un mito, una leyenda, una fantasía de los hombres para alimentar su imaginación. Unos seres que vagamos en busca de sangre fresca, asesinando diariamente a inocentes por el más puro placer de sobrevivir.
Es nuestro elixir de la larga vida, nuestro Santo Grial, somos terroríficos y amenazadores, pero no somos reales ¿verdad?
Erramos durante la eternidad, hasta que un día presos de la desesperación decidimos arrojamos a una hoguera y dejamos de existir. O nos asomamos a un balcón y dejamos que el astro rey nos destroce, convirtiendo nuestro cuerpo en cenizas, cenizas, que después el viento se encarga de esparcir.
Hace más de medio siglo que soy lo que soy. ¿Y que soy? Déjame que te lo diga. No soy nada. Es cierto que en este tiempo he acumulado mucho poder. También es cierto que el resto de inmortales sienten verdadero pavor cuando escuchan mi nombre. ¡Oh si! Es un verdadero placer ver su cara horrorizada cuando saben quien soy. Cuando saben que quien está frente a ellos es Sony Wolf. El Legendario, El Errante, El Ghoulista
Tantos y tantos calificativos me han puesto que me llevarían varias hojas el anotarlos.
Si bien es cierto que no todos huyen al escuchar mi nombre. Otros quieren mi poder. Mi preciosa Deactum. Quieren Ghoulizarme, absorber hasta la última gota de mi potente sangre, regocijarse con mi elixir y beber de mi fuente, la fuente de la vida. Otros tan solo quieren arrancarme los miembros y guardarlos como trofeos; “Miradme, ¡¡he acabado con el Legendario!!”.
Muchos lo han intentado, y la muerte acabó siendo su final.
No disfruto asesinando a inmortales, como tampoco disfruto acabando con vosotros, pobres y delicados mortales. Sencillamente sobrevivo.
Me gustaría escapar del mundo, para vivir en paz y armonía, alejado de toda esta crueldad, sin embargo no puedo, o mejor dicho, no quiero. Me encanta la vida, me encanta mi vida.
Sé que me estoy contradiciendo, sé que durante las próximas hojas continuaré haciéndolo, es parte de mi personalidad, lo siento.
La eternidad… muchos daríais lo que fuera por conseguirla, por conseguir mi Deactum, por conseguir mi gracia.
La eternidad… es un regalo al que muy pocos acceden, es la inmortalidad, es vivir para siempre. El solo hecho de pensar que jamás moriré me estimula tanto que roza lo más parecido al más grande de los placeres terrenales. Me hace sentir muy fuerte y seguro de mi mismo y por eso te puedo asegurar que nada ni nadie podrá acabar con mi existencia.
Claro que hay seres mucho más poderosos que yo ¡Sin ninguna duda! Seres increíbles y poderosos que ni tan siquiera yo se lo que son, ángeles, demonios, licántropos, hadas… Los mortales lleváis una venda en los ojos y no sabéis que se esconde en este mundo, el mundo de tinieblas… Pero te aseguro que aún no he conocido a nadie que me ensombrezca.
La eternidad… es lo que siempre había soñado ¿Y para ?
Después de dejar en el aire esa pregunta creo que ya puedo empezar a narrar mi historia, así que dejémonos de debates absurdos y sentimientos mortales, y pasemos al momento en que renací, el momento que me convertí en lo que soy. En saber lo que es el verdadero terror, enseñaros como sufrí los últimos días de mi vida mortal. Observarás como empezó mi degeneración, como fui perdiendo mi humanidad, para justo después, transmitirte como fue ese cambio, como noté que mi cuerpo moría para después renacer. Explicarte que al abrir los ojos el mundo había cambiado… a ¿mejor?

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